Gozaban de la paciencia de los vecinos, mitad pintores, mitad alegres.
No eran mala gente.
Algún vino hacia que se pusieran molestos y la policía cumplía con su deber y los llevaba detenidos hasta que se les aclararan las ideas.
Pero de mansos que eran los ponían a hacer trabajos de reparación afuera de la Comisaria.
Así es que pintaban, parchaban alguna rotura de la mampostería.
El problema se generaba cuando aparecía algún conocido por la vereda, entonces para que no supieran que estaban alojados en la Comisaria tomaban una posición de director de obras y a viva voz le daban indicaciones a los otros presos que colaboraban con las tareas. Pinta mas allá, ponele mas pintura...